He traducido este artículo sobre el entrenamiento policial por si os resulta de interés. Está escrito desde la perspectiva norteamericana, por lo que hay que tener en cuenta la idiosincrasia del quehacer policial en ese país. Disculpad los posibles errores de traducción.
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Ha habido muchas vidas perdidas en
acciones policiales. Demasiadas llamadas de teléfono informando a
familiares que sus seres queridos, especialmente hombres negros
jóvenes, no volverán a casa. Pero, en la mayoría de los casos,
ello no se debe a que los agentes de policía de forma individual
sean racistas o piensen que las vidas de los negros no importan. Esto
ocurre porque el policía funciona de la forma que le han enseñado a
funcionar.
Habiendo servido como agente en un
departamento muy grande de la policía municipal, y ahora como
investigador en el ámbito policial, estoy muy familiarizado con el
entrenamiento policial. No sólo me baso en mi propia experiencia.
He mantenido muchas conversaciones con agentes, veteranos,
instructores de tiro, etc, y todos han llegado a la misma conclusión:
los agentes de policía norteamericanos se encuentran entre los mejor
entrenados del mundo, pero lo que les han entrenado a hacer es
precisamente parte del problema.
El entrenamiento de policía comienza
en la academia, donde se enfatiza tanto en el concepto de la
seguridad del agente que se convierte en un tema casi religioso. A
los agentes novatos se les enseña lo que se conoce ampliamente como
"la primera regla del policía": el objetivo más
importante es llegar a su casa cada día sano y salvo al acabar su
turno. Pero los policías viven en un mundo hostil. Aprenden que cada
encuentro, cada persona puede ser una amenaza potencial. Siempre
deben estar en guardia "por si las moscas " .
A los agentes no sólo se les habla de
los riesgos que tienen que afrontar. También se les muestran
películas de situaciones reales, dolorosamente realistas que
muestran a otros policías cómo son abatidos, golpeados, desarmados
o heridos tras haber mostrado dudas o no haber prestado la atención
suficiente. se les dice que el principal culpable de lo que se ve en
el video no es el delincuente, sino la falta de vigilancia por parte
del agente. Y mientras los policías escuchan las últimas y
desesperadas llamadas del agente a la central, todos y cada uno de
los agentes presentes piensan exactamente lo mismo: "Nunca
dejaré que esto me pase a mí." Este es el tema central del
entrenamiento.
Otras lecciones importantes se muestran
en los ejercicios prácticos. En uno de los escenarios más
habituales se muestra a los agentes que un sospechoso que sube a un
coche puede sacar un arma y comenzar a dispararles sin darles tiempo
o reaccionar. En otra práctica se les enseña que aunque el agente
está apuntando con su arma a un sospechoso que se encuentra de
espaldas, éste puede girarse y dispararle primero. En otro ejemplo
se enseña al agente que un sospechoso portando un cuchillo a una
distancia de 6 metros puede correr hacia el policía y comenzar a
acuchillarle antes de que pueda desenfundar su arma. Puede haber
algunas variaciones, pero las lecciones son siempre las mismas: la
duda puede ser fatal. Así, se entrena a los policías a disparar
antes de poder comprobar la existencia de una amenaza, a no esperar
hasta el último minuto ya que el último minuto puede su demasiado
tarde.
Pero, ¿qué ocurre con las
consecuencias de una equivocación? Después de todo. el objeto
oscuro en las manos del sospechoso podría ser un monedero y no un
arma. El escenario de entrenamiento puede que haya incluido esta
posibilidad. Pero al agente se le ha enseñado que los riesgos de una
equivocación son mucho menores que los riesgos de una duda. Entre
los policías se suele decir que "mejor ser juzgado por 12 que
llevado por 6.
En la mayoría de los tiroteos
policiales, los agentes no disparan como consecuencia del enfado, la
frustración o el odio. Disparan porque tienen miedo. Y tienen miedo
porque están siendo bombardeados con el mensaje de que deben tener
miedo porque su supervivencia depende de ello. los agentes, no sólo
escuchan esto en el entrenamiento formal, sino también lo escuchan
de sus supervisoresy agentes más veteranos. Hablan de ello con sus
compañeros. lo leen en foros y publicaciones policiales.
Las acciones de los policías se
fundamentan en sus expectativas, y normalmente se les enseña a
esperar lo peor. los policías que dispararon John Crawford creyeron
con toda seguridad y honestidad que el hombre estaba alzando su rifle
hasta una posición de disparo aunque las cámaras de seguridad
muestran con claridad que lo que sujetaba era el teléfono,
casualmente balanceando tu arma de aire comprimido adelante y atrás.
Lo mismo se puede decir del policía de Phoenix que disparó a un
hombre desarmado porque pensó, erróneamente, que llevaba un arma en
la cintura. Estos policías vieron lo que temían ver. Vieron lo que
estaban entrenados a ver. Hicieron aquello que les habían enterrado
a hacer. Ese es el problema.
El entrenamiento del policía necesita
ir más allá de enfatizar la gravedad de los riesgos, teniendo en
cuenta la probabilidad de que tales riesgos se materialicen . A lo
largo de los últimos 10 años, una media anual de 51 policial han
sido asesinados en acto de servicio, según datos aportados por el
FBI. En el mismo periodo de tiempo, una media de 57. 000 agentes
fueron atacados cada año (aunque sólo en el 25 % de los casos el
agente fue herido). Pero, a pesar de todos estos riesgos, el trabajo
policial es más seguro ahora de lo que lo ha sido nunca. Los ataques
violentos a policías, especialmente aquellos que implican una
amenaza física seria, son reducidos, y más ni tenemos en cuenta que
los policías interactúan con los ciudadanos cerca de 63 millones de
veces al año. Si hablamos de porcentajes, se ataca a los policías
en un 0. 09% de todas las in acciones. Adaptar el entrenamiento del
policía a estas estadísticas no minimiza el riesgo muy real al que
se enfrenta el policía, pero ayuda a poner estos riesgos en
perspectiva. Hay que entrenar a los agentes a mantener la perspectiva
durante el trabajo.
El entrenamiento también debe servir
para compensar los sesgos raciales inconscientes que llevan a los
policías a valorar como más amenazantes a los ciudadanos negros que
a los de otras razas. No sólo los policías funcionan de esta
manera, ya que los prejuicios raciales se encuentran muy imbricados
en la sociedad. Sin embargo, si que es un tema de especial
preocupación en el ámbito policial. Debido a que el policía hace
mayor uso de la fuerza cuando la percepción de la amenaza es también
mayor, los sesgos o prejuicios inconscientes pueden llevar al agente
a reaccionar de manera más agresiva cuando intervienen con hombres
de raza negra que cuando lo hacen con ciudadanos de días razas y en
circunstancias similares Como ya hemos visto en numerosas ocasiones,
los resultados pueden ser más que trágicos. Aunque puede resultar
prácticamente imposible eliminar completamente todos los aspectos de
estos prejuicios inconscientes, la investigación sugiere con fuerza
que un entrenamiento más sofisticado puede conducir a evaluaciones
más precisen de las amenazas, corrigiendo esos prejuicios raciales
de los que probablemente ni el policía es consciente.
El entrenamiento en el empleo de la
fuerza remarcar el empleo de la descalación y de tácticas flexibles
de forma que se minimice el recurso al empleo de la fuerza,
especialmente la fuerza letal. Las agencias de policía que han
priorizado el empleo de la descalación, han sido testigos de una
disminución sustancial en el empleo de la fuerza, incluida la fuerza
letal, sin que fuera acompañado de un incremento en len muertes de
agentes. No resulta sorprendente que el Departamento Federal de
Justicia revise el entrenamiento en descalación (o su ausencia)
cuando investiga a los departamentos de policía por posibles
violaciones de los derechos civiles. un entrenamiento táctico más
completo ayudaría a prevenir el empleo innecesario de la fuerza. En
lugar de correr para enfrentarse a alguien, hay que enseñar al
policía que suele ser mejor adoptar una postura en diagonal que le
protege mientras recoge información o establece contacto desde una
distancia segura. Relacionado con esto, poner en marcha una retirada
temporal - o lo que los policías definen como "retirada
táctica"- puede,en las circunstancias adecuadas, mantener la
seguridad mientras se ofrecen alternativas a la fuerza letal.
También hay que entrenar a los agentes
a pensar más allá de su cinturón. Se espera que el spray de
pimienta, el bastón, el Tasen y el arma son recursos de última
oportunidad, a emplear cuando las tácticas no violentas fallan o
cuando no hay opciones. Cambiando el entrenamiento de los policías,
los departamentos de policía pueden empezar a cambiar la cultura
policial, pasando de la mentalidad del "asalto frontal" a
un enfoque que priorice conservar bu vidas que el policía tiene la
función de protegen. A principios de este año, la policía de
Kalamazoo, en Michigan, empleó tácticas de comunicación en lugar
de sus armas para intervenir con un hombre violento que armado de un
rifle. Tras 40 minutos de negociación la intervención acabó con un
apretón de manos, no con una ambulancia.
Los mandos policiales necesitan
abandonar esas posiciones de negarse de forma refleja a la revisión
en profundidad de las intervenciones policiales en las que se hace
empleo de la fuerza. Aunque el policía puede que actúe en el calor
del momento - lo que ocurre con menor frecuencia de lo que se piensa
- ello no debería evitar la opción de realizar una revisión de la
actuación, al menos, para revisar de forma más minuciosa los
factores que provocaron el "calor" del momento. La revisión
no debería consistir en señalar a nadie (aunque hay que asumir las
responsabilidades que pertoquen), sino identificar los factores que
contribuyeron en última instancia al empleo de la fuerza (...) El
énfasis se pondría en identificar los factores que contribuyeron al
error de forma que pueda prevenirse la aparición de este error otra
vez. Debería revisarse el entrenamiento del policía constantemente
para incorporar las lecciones aprendidas en estas revisiones.
La reforma de la policía requiere, por
supuesto, algo más que cambios en el entrenamiento. La misión de
la policía debe centrarse en mantener a la comunidad a salvo y
libre de miedo -incluso de la policía. Existen profundas tensiones
raciales en la policía que sólo pueden superarse tras un largo y
mantenido proceso de compromiso en una policía cooperadora e
implicada en la comunidad. Necesitamos volver a pensar en los
numerosos impedimentos legales, estructurales y sociales para
investigar la violencia en que pueden verse policías implicados y la
reticencia institucional a aceptar supervisiones externas,
especialmente si son civiles. El camino para que se produzcan cambios
duraderos puede resultar abrumador y necesitar de muchos años y
muchos pasos. Uno de estos pasos puede ser cambien la forma en que se
entrene al policía.
Fuente: The Atlantic. Seth Stoghton