He recibido un par de mails que plantean algo en común: un jefe que te amarga la vida. Tener un jefe, superior directo, mando o similar que tiene una especial habilidad para amargarte la vida, no es exclusivo de los cuerpos policiales o de emergencias. Este tipo de fauna es más abundante de lo que pudiéramos desear.
Ciertamente hay grados, y las maneras que tiene de dar por saco al personal son muy variadas. Perdonad la expresión, pero no he encontrado ningún término psicológico que lo exprese mejor. Decía que las formas son variadas, al igual que la intensidad con que se produce.
A veces nos encontramos con un jefe o jefa un tanto quisquilloso, al que le gusta que las cosas se hagan a SU manera y no de otra. Son molestos, pero poco más. No suelen ir a fastidiar conscientemente a nadie. Son muy normativos, puntuales y, en general, bastante inseguros. Pero poco más.
Los que realmente preocupan son aquellos cuyo comportamiento puede adoptar un cariz algo más patológico.
Como guía de campo y supervivencia he aquí algunas características del tipo de jefe/a de quien SÍ tenemos que preocuparnos y que son los más proclives a realizar acoso laboral o a amargarnos la vida muy seriamente. Estas características no siguen un orden lógico:
1. No se equivocan nunca. Suelen ser los demás los que se equivocan. No reconocen ningún error y siempre encuentran la manera de justificar sus equivocaciones.
2. En relación con lo anterior, están dispuestos siempre a descubrir las equivocaciones de los demás y a hacer que se den cuenta de ello. Por el contrario, no felicitan a sus subalternos por sus éxitos (lo que hacen bien “es porque es su obligación.”).
3. Suelen tener a casi todos sus subalternos en contra, salvo a un grupito reducido de “incondicionales” (tienen otro nombre más conocido popularmente) que lo alaban y nunca cuestionan sus actuaciones, al menos, delante suyo.
4. Las críticas las enfoca como un ataque personal, en lugar de una posibilidad de mejora.
5. Es muy desconfiado.
6. Las cosas nunca se hacen como a él/ella le gustan. En ocasiones puede tachar de incompetentes a sus subalternos.
7. Muy sumiso ante figuras de más autoridad que la suya.
8. Disfruta imponiendo sanciones a sus subalternos, incluso por faltas mínimas.
9. Muestra un comportamiento de “doble cara” frente a sus subalternos, de forma que éstos nunca saben a qué atenerse. Lo que está hoy bien, mañana puede estar mal.
10. Falto de empatía. Es incapaz de ponerse en el lugar del otro. Incluso si un subordinado pasa por una mala época puede pensar que se lo merece.
11. Rechaza las opiniones de mejora para el trabajo de sus subordinados. Sólo acepta las suyas o las de los “allegados.”
Con este tipo de personajes uno anda siempre a salto de mata, además de generar un ambiente muy negativo en el trabajo, lo que incide en la motivación y el rendimiento laboral. Cuanto más millitarizado sea el cuerpo, la situación es más insostenible y difícil de abordar. En otro artículo os hablaré de otro tipo de jefe/a que puede ser más letal todavía, pero que pasa más desapercibido porque es muy inteligente y sabe cómo ocultarse ante ojos indiscretos.
Ciertamente hay grados, y las maneras que tiene de dar por saco al personal son muy variadas. Perdonad la expresión, pero no he encontrado ningún término psicológico que lo exprese mejor. Decía que las formas son variadas, al igual que la intensidad con que se produce.
A veces nos encontramos con un jefe o jefa un tanto quisquilloso, al que le gusta que las cosas se hagan a SU manera y no de otra. Son molestos, pero poco más. No suelen ir a fastidiar conscientemente a nadie. Son muy normativos, puntuales y, en general, bastante inseguros. Pero poco más.
Los que realmente preocupan son aquellos cuyo comportamiento puede adoptar un cariz algo más patológico.
Como guía de campo y supervivencia he aquí algunas características del tipo de jefe/a de quien SÍ tenemos que preocuparnos y que son los más proclives a realizar acoso laboral o a amargarnos la vida muy seriamente. Estas características no siguen un orden lógico:
1. No se equivocan nunca. Suelen ser los demás los que se equivocan. No reconocen ningún error y siempre encuentran la manera de justificar sus equivocaciones.
2. En relación con lo anterior, están dispuestos siempre a descubrir las equivocaciones de los demás y a hacer que se den cuenta de ello. Por el contrario, no felicitan a sus subalternos por sus éxitos (lo que hacen bien “es porque es su obligación.”).
3. Suelen tener a casi todos sus subalternos en contra, salvo a un grupito reducido de “incondicionales” (tienen otro nombre más conocido popularmente) que lo alaban y nunca cuestionan sus actuaciones, al menos, delante suyo.
4. Las críticas las enfoca como un ataque personal, en lugar de una posibilidad de mejora.
5. Es muy desconfiado.
6. Las cosas nunca se hacen como a él/ella le gustan. En ocasiones puede tachar de incompetentes a sus subalternos.
7. Muy sumiso ante figuras de más autoridad que la suya.
8. Disfruta imponiendo sanciones a sus subalternos, incluso por faltas mínimas.
9. Muestra un comportamiento de “doble cara” frente a sus subalternos, de forma que éstos nunca saben a qué atenerse. Lo que está hoy bien, mañana puede estar mal.
10. Falto de empatía. Es incapaz de ponerse en el lugar del otro. Incluso si un subordinado pasa por una mala época puede pensar que se lo merece.
11. Rechaza las opiniones de mejora para el trabajo de sus subordinados. Sólo acepta las suyas o las de los “allegados.”
Con este tipo de personajes uno anda siempre a salto de mata, además de generar un ambiente muy negativo en el trabajo, lo que incide en la motivación y el rendimiento laboral. Cuanto más millitarizado sea el cuerpo, la situación es más insostenible y difícil de abordar. En otro artículo os hablaré de otro tipo de jefe/a que puede ser más letal todavía, pero que pasa más desapercibido porque es muy inteligente y sabe cómo ocultarse ante ojos indiscretos.
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