viernes, 9 de abril de 2010

UNA SÓLA SESIÓN PSICOLÓGICA PROTEGE A LOS NIÑOS DE SUFRIR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO EN LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO


PATRICIA MATEY
MADRID.- Pocas cosas se quedan tan 'grabadas en la retina' como verse involucrado en un accidente de tráfico. Máxime si el que lo sufre es menor de edad. Evitar el estrés psicológico que este tipo de siniestros puede ocasionar, así como disminuir las posibilidades de que los más pequeños desarrollen estrés postraumático, es posible con tan sólo una intervención psicológica precoz tras el incidente.
Lo acaba de demostrar un equipo de científicos del Hospital Infantil de Zurich (Suiza) liderados por Daniel Zehnder. "Los accidentes de tráfico son una de las primeras causas de muerte y de problemas de salud en los niños residentes de los países desarrollados. De hecho, cada año, en Europa aproximadamente 9.000 chicos menores de 19 años mueren en la carretera y 355.000 resultan heridos... Existe una larga evidencia de que los pequeños involucrados en los siniestros pueden sufrir estrés psicológico a largo plazo", recuerdan los investigadores en la revista 'Child and Adolescent Psychiatry and Mental Health'.
La literatura científica al respecto revela que entre un 10% y un 30% de los menores víctimas de siniestros sufre trastorno agudo por estrés en las cuatro semanas posteriores al incidente y que hasta un 35% de los niños lesionados padece síndrome de estrés postraumático meses después.
Por este motivo y porque los adultos que sufren accidentes tampoco están a 'salvo' de padecer estrés postraumático, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM), lleva años demandado este tipo de intervención. Roberto Durán, experto en Psicología de Tráfico y Seguridad Vial de esta institución, así lo reconoce a ELMUNDO.es. "Al igual que en las ambulancias que acuden al siniestro van un técnico y un médico, entre otros, debería ser obligatorio que asistiera un psicólogo de forma rutinaria", aclara.
Este especialista reconoce que "en ocasiones los servicios de emergencias y la Cruz Roja acuden con un voluntario, pero debería instaurarse en todos los incidentes a nivel nacional".
Los investigadores suecos analizaron a 101 niños y niñas de entre siete y 16 años que habían sufrido un percance en la carretera 10 días antes. La mitad de ellos fue sometido a una única intervención psicológica precoz de 30 minutos. "Su corta duración reduce los costes, además de facilitar su implantación de forma rutinaria dentro de la atención médica en los hospitales infantiles", indican los autores de la investigación.
La otra mitad (grupo control) recibió los cuidados estándar, que incluyen el diagnóstico clínico y el tratamiento médico necesarios. "El apoyo psicológico también suele realizarse, pero no está disponible de forma rutinaria. De hecho, en nuestro trabajo, ningún participante del grupo control se sometió a esta terapia".
Evita la depresión en menores de 11 años
En cuanto a los menores sometidos a la intervención psicológica precoz, los investigadores relatan que se realizó en presencia de alguno de los padres. "Se trabajó en la narración del evento traumático y en la reconstrucción de todos los detalles del incidente. Asimismo, se les pidió que contaran sus pensamientos acerca del trauma vivido. Y todos recibieron psicoeducación acerca de los síntomas del estrés, las reacciones normales tras el incidente, la necesidad de evaluar los síntomas, por si fuera necesario solicitar la ayuda posterior, y la importancia de mantener la rutina diaria", reza el ensayo.
Tras someter a todos los participantes a varios chequeos (a los dos y seis meses del siniestro) en los que se midió la incidencia de estrés postraumático, depresión y problemas de comportamiento, los autores constataron que una única sesión psicológica precoz en niños que sufren accidentes reduce el riesgo de estrés postraumático. Asimismo, y sólo en el caso de los menores preadolescentes (siete a 11 años), la sesión también fue útil a la hora de reducir la incidencia de síntomas de depresión y problemas de comportamiento entre los 10 días y los seis meses después del accidente.
Los autores tuvieron en cuenta algunas variables que podían afectar a sus resultados, como el estatus socioeconómico, si los pequeños habían sufrido otros eventos traumáticos previos y la severidad de las lesiones.
"Dos aspectos hay que destacar del estudio. Primero que la intervención es muy precoz, lo que mejora los resultados y segundo que se lleva a cabo con uno de los dos progenitores, lo que es particularmente importante a la hora de que el pequeño se sienta seguro. Además, el que los mayores participen abre la comunicación entre padres e hijos", comentan los autores.
Reconocen, no obstante, algunas limitaciones en su investigación, como es el hecho de que una sola sesión no sea útil para disminuir los síntomas depresivos en los adolescentes. "En este sector de la población tal vez la intervención psicológica no resulte tan necesaria, y la mejor estrategia sea la de esperar y observar. Para aquéllos con signos de patología, de tres a cinco sesiones psicológicas pueden resultar efectivas contra los síntomas depresivos, los de ansiedad, de estrés postraumático o problemas de conducta".
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Fuente: Diario ElMundo.es

2 comentarios:

Titanio dijo...

La verdad que tendría que haber más formación para los policías en estos temas, ya que suelen ser los primeros actuantes en este tipo de casos, allanaría el campo a los psicólogos y profesionales.

Prof.Carlés dijo...

Efectivamente Bella DePaulo y A.Vrij son los más cañeros respecto a los estereotipos populares sobre la detección de la mentira, y especialmente sobre los asumidos por los policías.

Suelen insistir en que los policías sobrevaloran su capacidad para detectar trolas debido principalmente a que han sido formados en creencias erróneas; el paradigma de este desastre formativo lo representa la escuela de Inbau (Método REID) que arrasa en academias de policías de todo el mundo enseñando recetas como que el mentiroso desvía la mirada, se muestra nervioso y cosas así (que suelen llevar a falsos positivos en inocentes).

Algunos psicólogos españoles (Masip es uno de los poquísimos que ha tocado el tema) son extemadamente críticos con los "recetarios", pero tampoco aportan novedades desde su visión crítica descabalgadora. En general, es más seguro criticar los trabajos ajenos que arriesgarse a investigar...

Indudablemente, la cara opuesta de esta posición escéptica es Paul Ekman (el que aparece endiosado en "Lie to Me", la serie TV), que apuesta porque la formación en la detección de microexpresiones te puede convertir en un detector con patas. He tenido la suerte de estudiar su método FACE (muy farragoso por cierto) y dudo que en nuestro país se pudiera convencer a ninguna administración policial para implantarlo.

Un abrazo desde CriminalGeographic


http://criminalgeographic.blogspot.com/