En las intervenciones policiales
con personas con enfermedades mentales severas. como puede ser la esquizofrenia
o el trastorno bipolar, existe la tendencia a seguir la corriente al sujeto
enfermo con el fin de convencerlo para que Venga con nosotros sin oponer
resistencia.
Las personas con esquizofrenia,
por ejemplo, suelen experimentar delirios y alucinaciones.
Los delirios pueden hacerle creer
que se le persigue para hacerle daño o que hay una trama montada contra el. Las
alucinaciones más frecuentes son las auditivas: el sujeto escucha voces que
nadie más escucha. Estas voces suelen tener un tono y contenido amenazantes. La
presencia de ambos síntomas es muy habitual, y son causa de gran angustia y
temor para quienes los padecen.
Cuando decimos a estas personas
que no se preocupen, que nosotros les protegeremos de los extraterrestres que
le persiguen o que también escuchamos las voces, entre otros comentarios,
creemos que con ello "confraternizamos" con el sujeto, facilitando la
resolución de la intervención. Puede que sea verdad que, en algunos casos,
podemos ganarnos al sujeto con estas mentiras, pero las consecuencias resultan
ser algo que se nos escapa de las manos.
El policía, en estas circunstancias
de intervención, se encuentra en una posición ideal para “normalizar” la
comunicación con el sujeto enfermo. Normalizar significa hablar a la persona
que tenemos delante no en razón de su enfermedad, sino de su condición de
persona. Como tal, lo que esperará de nosotros es sinceridad y ayuda. Al seguir
la corriente a la persona con una enfermedad mental crónica, lo tratamos como
si fuera tonto (ojo, que muchos se darán cuenta de nos estamos “quedando” con
ellos) o como si su capacidad de decisión hubiese quedado totalmente anulada.
Y no es así. Salvo que el sujeto
haya consumido alcohol o drogas, éste sabe lo que le estamos diciendo, aunque
persista en su delirio. Si de alguna manera le hacemos ver que compartimos o
escuchamos sus síntomas le estamos enviando el mensaje de que esas voces y ese sentimiento
de persecución son reales. Sin quererlo estamos reforzando su enfermedad, ya
que el policía “también lo escucha”.
El policía que tiene experiencia
en este tipo de intervenciones sabe que con paciencia las cosas pueden terminar
bien, y que lo que debemos transmitir al sujeto es que necesita ayuda médica,
que nosotros no escuchamos ninguna voz y que va a venir con nosotros para
recibir los cuidados adecuados. “Normalizar” también significa decirle lo que
vamos y no vamos a permitir. Puede que sea necesario reducirlo, pero antes le
habremos avisado de que esas serán las
consecuencias si no colabora.