sábado, 31 de enero de 2009

SUEÑOS Y FALSOS RECUERDOS

Algunos tipos de psicoterapias (y psicoterapeutas) señalan que los sueños pueden proporcionar indicios de un pasado traumático olvidado, o que el material soñado es el reflejo de la emergencia del recuerdo de un trauma de la infancia que se abre paso a través de las barreras del “inconsciente”; o que los sueños pueden emplearse como fuente de información para la reconstrucción de abusos sexuales en la infancia. Sin embargo, la revisión de los estudios científicos que han tratado de confirmar estas teorías llegan a la conclusión de que no existe ninguna evidencia que apoye estos planteamientos.
A pesar de la falta de evidencia, muchos terapeutas tratan los sueños de sus pacientes como parte de la realidad pasada de estos. Esto puede crear un problema al paciente: si el terapeuta comenta con el paciente un tema surgido en los sueños de éste, dicha información puede incorporarse a los sueños posteriores del paciente. Si al día siguiente se comentan estos sueños de nuevo (junto con la información añadida), el paciente puede creer y recordar de forma falsa un pasado que realmente nunca ocurrió. Hay numerosos estudios que avisan de los peligros de la interpretación sexual de los sueños. Mazzoni & Loftus, 1995, señalaron tres experimentos en los que, utilizando una sutil sugestión se conseguía que los sujetos recordaran hechos falsos en sus sueños, aunque los datos se les habían suministrado durante el periodo de vigilia.
Lo sujetos estudiaron una lista de objetos durante el Día 1. En el Día 2 se les proporcionó la sugerencia falsa de que algunos de los objetos de la lista se habían colocado allí extraídos de los sueños sobre los que habían informado previamente. En el Día 3 se les pidió que recordaran los objetos de la lista que habían estudiado el Día 1. Los sujetos reconocieron erróneamente los objetos soñados en una alta proporción, en ocasiones, tan alta como la de los objetos verdaderos. Los sujetos declaraban “recordar” claramente la presencia de los objetos soñados de la lista, en lugar de simplemente “saber” que los objetos estaban en la lista inicial. Estos resultados muestran cómo los sueños pueden confundirse con la realidad. El contenido de los sueños puede ser especialmente problemático en manos de un terapeuta que comenta con el paciente temas de abusos sexuales en el periodo de vigilia (pudiendo ocasionar que estos comentarios se incorporen a los sueños de la noche) y empleando después el material como “fuente” para reconstruir supuestos abusos sexuales de la infancia. El peligro de que estas cuestionables actividades puedan conducir a un determinado paciente a creer que ha sufrido abusos sexuales en la infancia – no siendo así realmente – es un riesgo más que evidente.
La Sociedad Psicológica Australiana ya ha reconocido que “los recuerdos de los que se informa ya sea espontáneamente o por medio de procedimientos especiales en terapia pueden ser fiables, no fiables, inventados o una mezcla de los anterior, alterados, creados o borrados”, y que sin una fuente externa que los corrobore “no se pueden distinguir los recuerdos falsos de los verdaderos.” En relación a los recuerdos de abusos sexuales durante la infancia, la Asociación Americana de Psicología declaró que “es posible construir recuerdos falsos convincentes de sucesos que nunca han ocurrido.” La Asociación Americana de Medicina también avisa del peligro de emplear los recuerdos recuperados ya de adultos de abusos sexuales en la infancia “porque no es posible distinguir la realidad de la ficción en estos casos.” La Asociación Americana de Psiquiatría ha reconocido que los recuerdos puede estar fuertemente influenciados por una persona de confianza que sugiere el abuso como una posible explicación de los síntomas/problemas del paciente, y que preguntándole repetidamente sobre el tema puede llevarle a informar de recuerdos sobre eventos que realmente nunca ocurrieron.

domingo, 25 de enero de 2009

ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA y III


SUPERANDO EL TEP

Una de las técnicas más empleadas en el ámbito policial y de la emergencia es la técnica del debriefing (que se traduciría como “informar”, “dar parte” de lo ocurrido). El nombre completo sería Critical Incident Stress Debriefing (CISD) (algo así como “Informar del Estrés durante el Incidente Crítico”). Esta técnica se ha establecido ya de forma rutinaria en los departamentos de policía y emergencias de varios países (Estados Unidos, Inglaterra, etc.) y se emplea en el lapso de tiempo inmediatamente posterior a la ocurrencia y actuación en el incidente crítico.
El CISD está pensado y diseñado para estimular el procesamiento emocional de los eventos traumáticos a través de la ventilación y normalización de los sentimientos y de la preparación ante futuros acontecimientos. El CISD suele consistir en siete fases estándar:

1. Introducción: La fase introductoria del debriefing comienza cuando el líder o coordinador del grupo presenta el procedimiento del CISD, anima a los presentes a participar y establece las reglas sobre las que operará el debriefing, además de cuidar que se establezca una atmósfera de trabajo libre de críticas. Se recuerda la necesidad de la confidencialidad de todo lo que allí se cuente. Se explican cuáles son las reacciones traumáticas posibles frente a un incidente crítico, explicando que son normales y que generalmente funcionan de forma transitoria. La primera fase ya avanza que lo que sentimos, aunque doloroso, es normal.
2. Esta etapa está centrada en los elementos objetivos del suceso, los hechos. Se basa en preguntas como ¿Quién? Cuándo? ¿Dónde? Qué fue lo que pasó? ¿Cómo pasó? ¿Qué ocurrió después? Estas preguntas y el empleo de verbos como ver, oír y hacer, sitúan el acontecimiento en el nivel cognitivo y permiten construir el relato con un hilo coherente. La pregunta básica es ¿Qué hiciste tú?
3. Denominada “etapa de transición”, permite abordar todos los pensamientos y preocupaciones con relación al suceso y todo lo que se tambalea en el ánimo de los participantes. Cada uno puede expresar su propia interpretación de los hechos. Es una primera toma de contacto con los propios sentimientos experimentados durante el incidente crítico. Una pregunta clave aquí sería ¿Qué pasaba por tu cabeza durante el incidente?
4. Se centra en las emociones e impresiones sentidas durante el incidente crítico. Intentar disociarse de los sentimientos experimentados hace que la persona no tome conciencia de ellos y los trate como algo extraño o algo que no debería ocurrir (lo que cree uno que se espera de él en su profesión). Esto es una mala idea. Es necesario “reactualizar” estos sentimientos como si fuera la primera vez, controlando su intensidad para impedir un desbordamiento inútil y penoso. Aquí es necesario que el coordinador del equipo sepa manejar este tipo de emociones para que los sujetos puedan asimilarlas de forma natural. Aquí una pregunta clave sería: “¿Cuál fue la peor parte del incidente para ti?”
5. Esta es la fase de la información y la normalización de las reacciones que se aborda a modo de diálogo entre el coordinador del grupo y los participantes. Se les pregunta sobre las señales físicas, cognitivas, emocionales y conductuales y los síntomas de angustia que aparecieron (según el caso) (1) en la escena o 24 h tras el incidente; (2) pocos días después del incidente, y (3) que todavía se experimentan en el momento del debriefing. La pregunta sería: “¿Qué has experimentado desde el incidente?”
6. Fase de educación. Se intercambia información sobre la naturaleza de las respuestas de estrés y de las respuestas psicológicas y fisiológicas que pueden esperarse ante un incidente crítico. Esta fase sirve para normalizar el estrés y las respuestas de afrontamiento al mismo. La pregunta sería: “¿Qué has aprendido de esta experiencia?”
7. Fase de re-entrada. Es la que permite volver a la realidad y a la vida cotidiana. Se trata de llegar a una conclusión de consenso sobre todas las experiencias vertidas en la sesión. El coordinador del grupo debería estar disponible telefónicamente por si fuera necesario. La idea es reforzar la solidaridad y los lazos de unión del grupo para tratar de contestar a la pregunta: “¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros la próxima vez que ocurra algo similar?”


Se recomienda realizar el debriefing entre 24 – 72 horas tras el incidente para que la intervención sea más efectiva. Resulta evidente que esta técnica no se encuentra disponible de manera generalizada. La mayor parte de los agentes que padecen algún tipo de estrés traumático a medio largo plazo, como el TEP, recurren a visitar a algún profesional, y ello después de pensárselo mucho. Mi experiencia personal me dice que es en la Guardia Civil en donde los agentes vacilan más a la hora de solicitar ayuda psicológica. Tal vez los presupuestos e ideales sobre los que se sustenta el trabajo entran en conflicto con la naturaleza humana que no puede dejar de sentir como siente.
Se puede ser un buen agente de policía o intervenir en emergencias y experimentar estrés, miedo, angustia, tristeza, etc. Experimentar estas emociones no es el problema. El problema deviene cuando uno no se da permiso para hacerlo, intenta ocultarlo o se castiga por sentirse así. A ello ayuda también una estructura de mando que puede ver en estas reacciones “debilidad” en el agente, sin comprender que lo importante es prestar los apoyos necesarios para que la persona supere su estrés y se reincorpore de nuevo al trabajo más fortalecido y con la sensación de pertenecer a un colectivo que comprende cómo se siente y que está ahí para apoyarlo en tarea tan difícil y dura.

ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA II


LOS SÍNTOMAS DEL TEP

Puede resultar difícil reconocer los síntomas, incluso el policía puede intentar esconderlos mientras trabaja, pero la mayoría los muestra cuando están en casa. Es muy importante que la familia del policía y los mandos estén al corriente de los síntomas del TEP, ya que serán los primeros que podrán animarle a buscar ayuda. El policía, no sólo puede intentar ocultar su problema, sino incluso negar que lo padece. No es como estar resfriado o tener una pierna rota. En mi experiencia con agentes que padecen TEP, la vivencia es la de vergüenza; vergüenza de que los compañeros o la gente les vean de baja y les pregunten qué les pasa. “Si tienes un brazo roto o coges la gripe, todo el mundo lo entiende, pero, ¿baja psicológica? Se piensan que estás loco o que te escaqueas.”
Además, en general, el policía no “se da permiso” para experimentar este tipo de problemas, ya que de él/ellas se espera que responda con “valor, dureza y profesionalidad.” Reconocer públicamente un problema serio de estrés es como reconocer que no se es un buen policía.
Por otro lado, enfrentado a la situación de estrés, el policía puede o no recordar el evento traumático, o persistir en su afirmación de que lo que le ocurre es sólo fruto del estrés laboral cotidiano, cuando en realidad por dentro siente que se va a volver loco.
Otro problema con el TEP es que generalmente suele existir un lapso de tiempo entre la ocurrencia del evento traumático y el inicio de los síntomas. En el caso del TEP agudo el periodo de tiempo es más corto, mientras que la latencia en el tiempo es más prolongada en el caso del TEP crónico (pueden pasar incluso años hasta que sean visibles los efectos del trauma).
Los síntomas que se listan a continuación pueden ser normales durante algún periodo en el trabajo policial. Hay que empezar a tomarse las cosas en serio cuando se pasa de lo “normal” a lo “extremo.” Algunos cambios que debemos observar son:

Intrusión

· Pesadillas intensas
· Paranoia extrema
· Sentimiento de un final inminente, de tener poco futuro por delante


Evitación

· Pérdida de interés en el sexo
· Depresión
· Aislamiento, especialmente de los seres queridos
· Evitar ir a trabajar. Aumento del absentismo
· Evitar ir a lugares que antes se consideraban como especiales
· Disminución en el interés por actividades que antes se encontraban gratificantes, como la gente, deporte, etc.
· Falta de motivación, fatiga constante
· Pérdida de la fe religiosa
· Dormir demasiado
· Adicciones: drogas, alcohol, sexo …
· Antes era muy activo/a en el trabajo y ahora no hace prácticamente nada
· Reducción significativa en la calidad del trabajo.
· Dejar de hacer ejercicio y reducir la higiene personal
· Pérdida de memoria o recuerdo pobre
· Desaparece de casa o del trabajo durante periodos de tiempo


Excitación

· Problemas para dormirse o mantener el sueño
· Irritabilidad
· Empeoramiento de la relación con la Administración/Ciudadanos
· Muestra más desdén/exasperación con sus compañeros, mandos, ciudadanos …
· Más cínico con casi todo
· Explosiones repentinas de rabia o cólera
· Hipervigilancia (paranoia)
· Respuestas de sobresalto exageradas
· Conductas obsesivas (los pensamientos reprimidos se vuelven obsesivos
· Conductas compulsivas (la vergüenza puede fortalecer la compulsión, que puede tornarse en una adicción)
· Comer demasiado (evidencia de incremento de peso)
· Anorexia (evidencia de pérdida de peso)
· Más violento/a
· Más hiperactivo; casi todo el tiempo


Problemas somáticos

· Problemas para orinar
· Frecuentes dolores de cabeza
· Dolor en el pecho
· Dolor de estómago
· Diarrea, estreñimiento, síndrome de cólon irritable
· Incremento en el empleo de antiácidos


Probablemente, sólo seremos testigos de pocos de estos cambios. Algunos se intentarán ocultar por razones obvias, como la adicción. Los síntomas se viven hacia dentro y, generalmente, empeoran con el paso del tiempo si no se tratan. El TEP no desaparece solo.

ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO EN EL/LA POLICÍA I


Hace unos días comencé con el tema. A raíz de ahí he recibido una serie de mails pidiendo más información. Al final os he preparado un buen rollo, así que os aconsejo tomar asiento, unas palomitas, etc. No es una visión exhaustiva, pero sí un inicio. La técnica del "debriefing" ha sido muy estudiada, alabada y también cuestionada. Seguramente que con el tiempo saldrán más temas relacionados con el estrés en la actuación policial y de personal de emergencias, y desde otros ángulos.

Lo que me gustaría que tuviérais en cuenta es que, sea cual sea el punto de vista, la idea central es que, hagamos lo que hagamos, tenenos que lidiar con nuestras emociones. No podemos prescindir de ellas, y que el objetivo está precisamente en evitar que nos paralicen, no en dejar de sentirlas.

El tema tendrá tres entregas. Cualquier anotación, comentario, crítica o lo que sea será siempre bienvenido.

---------------------------------------------------------------------------

El estrés puede entenderse como:

· Una respuesta a la percepción de una amenaza, cambio o desafío.
· Una respuesta psicológica o física a demandas internas o externas.


Todas las personas tenemos que lidiar con el estrés. Vivir sin estrés es imposible. Mientras que casi todos vemos en el estrés sus aspectos negativos, la realidad es que también los tiene positivos, ya que nos motiva, nos desafía y nos ayuda a cambiar cuando el cambio es necesario (incluso aunque no queramos cambiar). Vencer el estrés nos refuerza personalmente, ya que nos hace experimentar sentimientos de competencia, fuerza y euforia.

El estrés puede presentarse de diferentes formas:

· Agudo (vida corta).
· Crónico (que se experimenta durante un largo periodo de tiempo).
· Acumulativo (procedente de una variedad de fuentes en un periodo determinado de tiempo).
· Demorado (enterrado en nuestro interior durante un tiempo y vuelto a la vida después).


El estrés genera una serie de cambios psicológicos y físicos que afectan según el nivel y tipo de estrés producido. Estos cambios son involuntarios, queriendo ello decir que son reacciones que nuestro cuerpo no puede controlar inicialmente de forma natural.
El estrés post-traumático (TEP) se define como un tipo de estrés que se encuentra en incidentes que son, o se perciben como, de riesgo para la propia vida, pudiendo causar la muerte o daños graves. La persona que se encuentra con este tipo de estrés puede que no sea precisamente la que tiene su vida amenazada. Es el caso de los testigos de un incidente crítico. Por su naturaleza, el TEP es el peor tipo de estrés que puede encontrarse una persona, ya que conlleva una amenaza a la supervivencia de la persona. Ejemplos de estas situaciones son:

· Desastres naturales.
· Accidentes graves.
· Accidentes graves en los que el sujeto tiene la culpa.
· Amenazas a la propia vida por parte de otra persona.
· Una amenaza a la propia vida causada por la traición de alguien en quien confiamos.
· Una amenaza a la propia vida causada por alguien en quien confiamos para nuestra supervivencia.

El TEP es un serio problema en las labores policiales de campo, así como en los cuerpos de intervención en crisis y emergencias. Por desgracia, no siempre se le ha dado la relevancia que le corresponde y que guarda una estrecha relación con el rendimiento y bienestar de las personas afectadas.
Policías y personal de emergencias suelen estar expuestos de forma rutinaria a sucesos traumáticos y presiones cotidianas que requieren una actitud de fortaleza defensiva de adaptación, temperamento y entrenamiento. Si estas situaciones no se resuelven, el trabajo no se puede realizar de forma efectiva. Sin embargo, en ocasiones el estrés es tan elevado que la misma dureza que facilita el funcionamiento en las actividades cotidianas se convierte ahora en un impedimento para esos que ayudan y que ahora necesitan ayuda.
Los policías suelen enfrentarse a sujetos de la peor calaña, asesinos brutales, crueldades y horrores que el resto vemos sólo por televisión. Además de esto, la policía suele ser el foco de críticas y quejas de los ciudadanos, los medios de comunicación, el sistema judicial, los abogados, los servicios sociales, los propios mandos, responsables políticos, etc.
Aunque un policía pueda soportar todo esto con entrega y dedicación, es evidente que existe un punto de ruptura. En un momento dado, este punto de ruptura puede ser cualquier incidente crítico. Los síntomas que comienzan a experimentarse son una respuesta abotargada y enlentecida, dificultades de memoria con pensamientos intrusitos sobre el incidente, irritabilidad, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, dificultades para dormir, ansiedad, depresión, evitación fóbica retraimiento social y, en ocasiones, consumo de tóxicos. Para algunos policías, la ruptura no procederá de un incidente específico, sino que responderá a la acumulación de una serie de estresores a lo largo de su trabajo policial.
Se calcula que la tasa de suicidios en la policía es el doble que el de la población general. Los datos podrían ser mayores, ya que numerosos de estos suicidios no se informan como tales. Los problemas relacionados con el alcohol o las crisis de pareja suelen actuar como catalizador, además del fácil acceso a armas letales. El policía que sufre de estrés puede encontrarse en el dilema de no informar de ello por temor a que le retiren el arma o padezca otros efectos negativos en su carrera.

jueves, 22 de enero de 2009

CÓMO SABER SI ALGUIEN PADECE ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO


Apreciados amigos, esto no es un "hágaselo usted mismo". A continuación os describo los criterios que se emplean para poder diagnosticar un estrés post-traumático según el DSM (manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Tened en cuenta que un diagnóstico preciso sólo lo debe realizar un profesional.

----------------------------------------------------------------------------------

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:
1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma2. sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible3. el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico4. malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático5. respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático2. esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma3. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma4. reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas5. sensación de desapego o enajenación frente a los demás6. restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)7. sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
1. dificultades para conciliar o mantener el sueño2. irritabilidad o ataques de ira3. dificultades para concentrarse4. hipervigilancia5. respuestas exageradas de sobresalto
E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.
F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo

EL TRASTORNO DE ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO


Los primeros informes relativos a trastornos de estrés post-traumático (EPT) debidos a conflicto bélico se remontan a la Guerra Civil Americana (1861 -1865). En aquel tiempo, el Dr. Jacob Mendez Da Costa describió pacientes que presentaban los síntomas de TEP, aunque no se reconocía como un problema psicológico y se conoció “el corazón Da Costa”. En la Primera Guerra Mundial (1914 -1918), lo que hoy conocemos como TEP se denominó “Cabeza Hueca”. Por entonces ya se pensaba que el cerebro estaba involucrado de alguna forma. Una de las teorías al respecto afirmaba que las explosiones lanzaban fragmentos minúsculos de metralla (y que no se podían ver) que se alojaban en el cerebro. En la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) se llamó “Neurosis de Guerra”, y se comenzaron a tomar en cuenta posibles factores psicológicos implicados. Tras la Guerra de Vietnam (1965 -1973), el TEP ya se describía como tal en EUA y en los países aliados en la guerra. El trastorno fue incluido en el DSM-III en 1980.
Mientras que el TEP es frecuente en situaciones de guerra, la mayoría de los casos que se encuentran en la vida cotidiana proceden de experiencias de violación, violencia doméstica, accidentes de tráfico y laborales y maltrato infantil. Ocurre por igual en todo tipo de culturas y países.
Para poder hacer un diagnóstico de TEP el evento disparador debe ser grave (que amenace la vida o similar) y el sujeto haber sufrido una angustia intensa (miedo a perder la vida o similar). Hay otros tres grupos de síntomas que deben cumplirse. Primero, revivir el trauma (por ejemplo, actuar o sentirse como si el suceso traumático estuviera ocurriendo actualmente). Segundo, evitación persistente de cualquier disparador del evento traumático (recuerdos o emociones asociadas) y entumecimiento en la respuesta (sentimiento distanciamiento de los demás e incapacidad para transmitir afecto). Tercero, incremento de la activación (como el insomnio o las respuesta exageradas de sobresalto).
Es importante situar el TEP en su contexto. Justo después de la ocurrencia del episodio traumático la mayoría (95%) de los supervivientes que han estado expuestos experimentan algún tipo de problema mental. Padecer cierto grado de angustia psicológica en las primeras fases se considera normal. En los días siguientes pueden comenzar a aparecer los síntomas que definen ya el TEP. Aunque el TEP es una respuesta patológica habitual frente al trauma, también pueden aparecer otros trastornos. Los más frecuentes son los trastornos depresivos.
Los estudios realizados revelan que el riesgo de desarrollar un TEP tras cualquier tipo de trauma es del 13% en las mujeres y del 6% en los hombres. Los estudios también revelan que el 50% de los casos remiten en 6 meses, y el 75% en un año. Normalmente, y tras un año de la ocurrencia del suceso, el TEP sólo estará presente en el 10% - 15% de los supervivientes.
Los síntomas del TEP suelen resolverse con el paso del tiempo. Sin embargo, el TEP que se ha establecido de manera crónica puede ser un trastorno grave. Puede ser fuente de gran sufrimiento, de divorcios y acabar en suicidio. Por ejemplo, los casos de suicidio entre los soldados que participaron en la guerra de las Malvinas fue mayor que el número de bajas en combate (250).
Intentando predecir la ocurrencia del TEP se ha visto que, sorprendentemente, la mayoría de las personas que padecen TEP no han tenido una reacción aguda severa previa, y que ello no significa que el trastorno no se desarrolle posteriormente. La evidencia muestra que las personas que no han desarrollado el TEP tras el primer año del suceso es muy improbable que lo desarrollen después. Existe evidencia que indica que el tener la creencia de que uno va a morir cuando experimenta el trauma, es un predictor de ocurrencia de TEP. No se han encontrado resultados concluyentes sobre la severidad del trauma y el TEP posterior.
El predictor más importante es ser mujer. Las personas con historias personales o familiares de ansiedad y trastornos del estado del ánimo se encuentran en mayor riesgo. Los sujetos con una infancia o adolescencia desorganizada e historial de abusos sexuales o físicos, es más probable que desarrollen TEP si experimentan un evento traumatizante en la vida adulta. Por último, un nivel más bajo de inteligencia en niños y adultos está asociado a mayores niveles de TEP.

martes, 20 de enero de 2009

PRUEBAS PSICOLÓGICAS EN LA SELECCIÓN DE POLICÍAS


En mi trabajo he realizado pruebas de selección para puestos de policía, así como valoraciones para portar armas. Es más que probable que lo siga haciendo, porque, además me encanta. Me guastaría conocer vuestra opinión en relación al tema de la selección. Ya sé que las valoraciones psicológicas (las mal llamadas pruebas psicotécnicas) no despiertan una gran afición entre los agentes de policía. Os aseguro que cuando se trata de valorar puestos de trabajo, personas, etc., no es que los psicólogos despertemos un especial aprecio. Creo que esto ocurre porque, en el fondo, se valora que estas pruebas no terminan de clarificar las cosas o de predecir posibles problemas futuros. Vamos, que mucha gente piensa que no sirven para nada y que son las excusa para darte la patada sin decir nada más.Y esto me preocupa.
Primero de todo deciros una cosa para que siempre la tengáis presente: nadie, salvo vosotros y el psicólogo/a que haya realizado las pruebas, puede conocer el resultado. Lo más será un APTO o NO APTO para el objeto de valoración concreta, pero en ningún caso puede constar en el expediente los resultados concretos de las pruebas. Es como si vuestro historial médico estuviera también en vuestro expediente.
Hecha esta salvedad, para mí es muy importante saber qué opináis sobre las valoraciones psicológicas que conocéis, que os han hecho o que pensáis que se deberían hacer. No es lo mismo valorar a un agente que opta a un cargo de dirección que a uno que no lo hace. ¿Qué factores psicológicos, de personalidad pensáis que son relevantes en un policía? Todos tenemos la experiencia de que hay policías que tienen más problemas por metro cuadrado que el resto. ¿Por qué pensáis que es así? ¿Qué se nos escapó en la selección si la hubo? Me refiero a que características sería idóneo poseer y cuáles para nada. ¿Y en el caso de que un agente opte a un puesto de mando? Por ejemplo, una característica esencial en un psicólogo debería ser su capacidad de empatía y de escucha activa. Sin esas cualidades seguramente fallarán elementos esenciales en su trabajo, aunque sus concimientos sean muy extensos.
Normalmente paso algunas pruebas de personalidad y luego siempre hago una entrevista personal. ¿Qué aspectos de la psicología aplicada al ámbito policial deberían constar como preguntas en la entrevista?
Yo no puedo hablar por todos los psicólogos y sólo hablaré por mí. A veces, estás tan implicado en tu profesión que puedes perder la perspectiva, la visión de conjunto, por lo que la opinión de las personas implicadas, que conocen mejor el trabajo para cuya idoneidad vas a valorar a las personas, es muy importante. Disponemos de parámetros para tener un porcentaje de seguridad respecto de que a una persona concreta no le va a dar un yuyu y va a perder la razón en un plazo razonable de tiempo; quién puede ser conflcitivo o no; cuáles son las dotes de mando más valoradas, etc., pero estaría bien poder afinar más.
Espero vuestras aportaciones.

RESPUESTA COMENTARIOS MEDICACIÓN


No son raros los casos en los que el policía parece encontrarse atado de pies y manos en su actuación porque el facultativo no considera adecuado el ingreso hospitalario. Ante esto, creo que si el agente valora que la persona enferma puede suponer un riesgo para sí mismo o la seguridad e integridad de terceros, puede tomar la iniciativa y llevárselo en contra de su voluntad para valoración médica.
Si el médico considera que no es necesario el ingreso y pensamos que no podemos intervenir de ninguna forma más, sólo nos queda ofrecer nuestro apoyo a la familia en caso de que lo necesite y pedirle al médico que nos deje por escrito su valoración de no ingreso. Este informe podrá constar junto al nuestro al hacer el parte.
Saludos para todos.
(He publicado aquí la respuesta a los comentarios porque no me la admitía en la sección al efecto. Igual no le gustaba, je je)

sábado, 17 de enero de 2009

Y SIGUE SIN QUERER TOMARSE LA MEDICACIÓN


Muy interesante elcomentario que hace Mustelus a mi artículo anterior. El tema que abordaba es muy amplio y, desde luego, deja muchas cosas en el tintero. Agradezco el guante que me ha echado porque las intervenciones con personas con EMC pueden ser, en ocasiones, algo complicadas. Diferentes escenarios que nos podemos encontrar relativos a la toma de medicación:
· No quiere tomar la medicación porque los efectos secundarios son muy desagradables. Pero está abierto a valorar el tomar otros fármacos.
· No quiere tomar la medicación porque dice que él no está loco, que son los demás los que quieren volverlo loco.
· Lo mismo que la anterior pero acompañado de consumo de alcohol/drogas. Probabilidad alta de violencia, si es que ésta no ha comenzado ya.

En general suele ser así, aunque puede haber variaciones sobre el mismo tema. Hay una variación en especial en la que el sujeto no quiere tomar la medicación y mantiene con los agentes una argumentació objetivamente coherente sobre el hecho de que él está bien ahora y que no necesita la medicación, y que comprende que su familia esté preocupada, etc. Y lo hace con tal coherencia y mostrando educación que los agentes pueden tener "dudas razonables."
Mi experiencia con la Policia local, fundamentalmente, es que la intervención en estos tipos de casos no es infrecuente. Como bien comenta el compañero, las habilidades de comunicación pueden marcar aquí la diferencia. El que una persona con esquizofrenia se dirija a nosotros em un tono coherente y educado (mientras renemos constancia de que hace días que no toma su medicación) puede no ser un reflejo de lo que cruza en ese momento por su cabeza, ya que puede estar escuchando voces (alucinaciones auditivas) o experimentar ideación paranoide (que vienen a por él y tiene que mostrar una imagen de "normalidad"). En las primeras fases de la recaída la persona puede controlar, de cara al exterior, los síntomas psicóticos. Más aún si ya ha tenido experiencia previa con la policia y ha aprendido cuál es el comportamiento más adecuado en esas circunstancias. En fases algo más avanzadas a la persona le cuesta controlar su comportamiento.
En general, si la persona lleva poco tiempo en tratamiento, es más probable que - independientemente de lo que diga - su objetivo sea el de dejar de tomar la medicación completamente. Poco tiempo en tratamiento suele llevar emparejada una conciencia de enfermedad más pobre. Preguntar sobre el tiempo de tratamiento a los familiares, si los hubiese, nos dará pistas al respecto. Otro indicador es si la queja sobre los efectos secundarios es habitual y ha sido motivo de numerosos cambios de medicación.
Muchos policías pasan mucho tiempo hablando con una persona con EMC en circunstancias similares, tratando de llegar a un acuerdo positivo con el mínimo desgaste. Pude que los servicios sanitarios tarden o que, simplemente la persona enferma prefiera hablar con el policia. Un dato curioso: cuando se pregunta a las personas con EMC cómo prefieren ir al hospital, la mayoría prefiere hacerlo con la policia que en la ambulancia.
Si os parece interesante en otros artículos hablaremos de qué hacer cuando, en situaciones cómo esta, las cosas se ponen feas.

miércoles, 14 de enero de 2009

NO QUIERE TOMARSE LA MEDICACIÓN


La intervención policial en situaciones en las que se encuentra implicada una persona con enfermedad mental crónica (EMC) no resultan extrañas al agente de policía. Y no es raro, ya que se calcula que la esquizofrenia afecta a 1 de cada 100 personas y el trastorno bipolar a 1 ó 2 de cada 100. Y no estamos contando otros trastornos mentales que se desarrollan de forma crónica (trastorno esquizoafectivo, trastornos graves de la personalidad …). Padecer una enfermedad mental es un estigma en nuestra sociedad. La “locura”, el “perder la razón”, es una de las peores cosas que desearíamos que no nos ocurrieran. Pero hay una serie de cuestiones que no solemos tener en cuenta cuando se interviene policialmente con una persona afectada de una EMC. Por una parte, tenemos tendencia a pensar que una persona con esquizofrenia es, por razón de su enfermedad, más agresiva o violenta potencialmente que otra persona que no padezca alguna de estas enfermedades. Quizá esta impresión se ha formado a través de la experiencia personal del policía con estos casos. Otra razón para ver así las cosas es que los medios suelen mostrar a las personas con EMC como asesinos psicópatas (películas) o dan relevancia a noticias en las que una persona con EMC se ha visto involucrada en un episodio violento.
No extraña que la experiencia del policía con personas con EMC haya podido implicar algún tipo de agresión, ya sea verbal o física. La pregunta es, ¿en cuántas de estas situaciones podría haberse evitado la violencia? La realidad, no el estigma, proporciona datos claros sobre la asociación entre violencia y enfermedad mental, y nos dice, sin ningún género de dudas, que una persona con EMC no es más violenta – por causa de su enfermedad – que el resto de la población. Los datos también son muy claros cuando dicen que la probabilidad de violencia en una persona con EMC aumenta de forma muy considerable si ha habido consumo de alcohol/drogas. En estos casos sí que la probabilidad es mayor que en la población general, pero no por la enfermedad, sino por el consumo.
Cuando se parte del desconocimiento de lo que supone una EMC el policía puede asumir, no sin cierta lógica, que una enfermedad de este tipo hace que las personas descontrolen su comportamiento, por lo que la probabilidad de que se produzca violencia es mayor. Cuando pensamos en una enfermedad mental lo primero que nos viene a la cabeza es la idea de “pérdida de control”. Esto no sólo ocurre al policía. Cuando yo empecé a trabajar como psicólogo en este tipo de casos, estas personas me producían bastante respeto. Cuando hablaba con ellas flotaba en el aire al sensación de que en cualquier momento podía pasar algo. Una mirada que yo interpretaba como “rara”, un tono de voz más alto de lo normal, un gesto brusco, podía ser suficiente para que se me disparasen todas las alarmas. He de reconocer que la tensión del momento podía llevar a que terminara la entrevista más rápido de lo que hubiera sido preciso.
Con el paso del tiempo me fui dando cuenta de que el principal enemigo en estas situaciones era mi propio temor, mis prejuicios respecto de la persona que tenía delante y de su comportamiento. El problema de esto es que tu actuación profesional no es la que debiera. Os pongo un ejemplo. Uno de los casos típicos de intervención policial con personas con EMC suele tener como motivo el que la persona en cuestión no quiere tomarse la medicación. Muy bien. Allí nos plantamos nosotros. Hablamos con la familia, si la tiene, vamos a su habituación y empezamos a hablar con – pongamos por caso – Pedro, de una manera muy profesional y distante. Le decimos que nos han avisado porque no quiere tomarse la medicación y que sabemos que tiene una enfermedad X y que tiene que tomársela (algunos aquí ya añadirían “por las buenas”). Pedro nos dirá que no quiere tomársela porque le produce muchos nervios y tensión muscular, y que no puede pararse quieto ni un momento.
Paremos nosotros aquí un momento. Que levante la mano el que en ese momento no piensa que el “enfermo” no sabe lo que dice o lo que le conviene, que por su enfermedad no razona, etc. Esto lo hemos pensado alguna vez todos, policías, psicólogos, etc. Como que el sujeto está “loco”, todo lo que dice o hace se basa en razonamientos anómalos. Nosotros sí sabemos lo que le conviene. Este el punto de inflexión que marcará nuestra actuación. En ningún momento nos planteamos que las quejas que nos transmite Pedro pueden tener su lógica y ser ciertas, o seguir el mismo proceso que tal vez hemos seguidos nosotros mismos alguna vez cuando hemos ido al médico, nos ha recetado algo y hemos vuelto para decirle que nos dé otra cosa que este medicamento nos fastidiaba el estómago.
La investigación al respecto señala que las personas con EMC pueden dar informes fiables sobre los efectos secundarios que les produce la medicación. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta sus informes o quejas al respecto por parte de los profesionales de la salud o de los cuerpos y fuerzas de seguridad cuando intervienen. ¿Por qué? Porque se piensa que lo que ocurre es que las personas con EMC no quieren tomarse la medicación (ya veremos en otros artículos que esto es cierto en otros casos) y marean la perdiz con el rollo de los efectos secundarios.
¿Cómo reaccionaríamos nosotros con el médico que nos dice que esas molestias que notamos son psicológicas o que, simplemente, no nos cree. No es que nos lo diga, pero le vemos esa cara de duda que … (ya veremos la importancia del lenguaje no verbal. La persona con EMC también sabe leer nuestro lenguaje no verbal, por cierto)? Seguramente nos enfadaríamos y trataríamos de convencerle de que no son imaginaciones nuestras. La persona con EMC hará lo mismo. También se enfadará e intentará convencernos. Pero cada intento nos reafirmará en la idea de que “algo no está bien en su cabeza.” En definitiva: tener la información previa de que Pedro padece una esquizofrenia, por ejemplo, nos predispone a interpretar lo que la persona haga o diga desde un determinado ángulo y sesgo. La probabilidad de que las cosas se nos vayan de las manos y la intervención acabe como el rosario de la aurora se incrementa así proporcionalmente.
Bueno, ya seguiremos con este tema, que me enrollo como una persiana. No este un tema que se agote aquí, pues hay muchas excepciones y comentarios a hacer al respecto.

sábado, 10 de enero de 2009

INTERVENCIÓN EN SUICIDIO


En la mayoría de los suicidios hay que tener presente que la persona tiene el control sobre su propia vida. El objetivo del policía será tomar él el control mostrando un deseo sincero de querer ayudar al sujeto a salir de esa situación.
El riesgo de suicidio aumenta en aquellas personas que previamente han sido hospitalizadas por riesgo de suicidio. En el término de cuatro días tras el alta, la tasa de suicidio exitoso es mayor.



Factores de riesgo para el suicidio:

Algunos elementos a tener en cuenta para evaluar el riesgo de suicidio: existencia de un plan suicida, historial de intentos previos, los recursos emocionales (internos) y externos de la persona, pérdidas recientes de diversa índole (incluida la pérdida de salud y enfermedades actuales), abuso de sustancias, soledad, cambios radicales repentinos e inexplicables en la conducta o el estilo de vida, alucinaciones auditivas que le incitan a matarse, etc.

Intervención en riesgo de suicidio:

- Obtener inmediatamente los datos personales necesarios.
- Hablar abiertamente sobre el suicidio. Hablar de ello no “le da la idea” al sujeto.
- Retirar cualquier objeto potencialmente peligroso. Es un tema de seguridad para el policía, otras personas y el sujeto.
- Notificar y ponerse en contacto con familiares y/o allegados. Como señala Murphy (1986) hay que tener siempre presente que “ciertos familiares o amigos podrían querer que la persona se suicide y pueden proporcionar información falsa o animar al suicidio si se les da la oportunidad”.
- Ofrecer esperanzas realistas. Hay que presentarse ante el sujeto con un enfoque realista de cómo pueden solucionarse los problemas.
- Elaborar un plan de acción. Si la persona desea colaborar este es un camino excelente a seguir. Esto ayuda a la persona a recuperar su sentido de control.
- Hablar de la naturaleza temporal de los sentimientos depresivos y de la tendencia suicida, y de cómo amainan con el tiempo. Siempre hay alternativas al suicidio, aunque no resulten evidentes para el sujeto en ese momento.
El suicidio es una solución permanente a un problema temporal (Castellano, 2003). Los suicidas están tan “concentrados” en esta solución que difícilmente se consigue disuadirles.


domingo, 4 de enero de 2009

LA PSICOLOGIA DE LAS CONFESIONES FALSAS

En relación a los recientes descubrimientos sobre confesiones falsas hay que tener muy en cuenta los métodos de entrevista e interrogatorio empleados por la policía. Los estudios al respecto han demostrado que, en general, los investigadores policiales disponen de habilidades de entrevista muy pobres. Algunas de las técnicas de entrevista más cuestionables señaladas en los estudios son el interrumpir al sospechoso, hacer preguntas de forma muy rápida, poseer un grado muy limitado de flexibilidad durante la entrevista, secuencia de preguntas inadecuada, enunciar las preguntas de forma negativa, , empleo de terminología no neutral en las preguntas, lenguaje inapropiado y juicios de valor. Teniendo en cuenta estos resultados y el hecho de la policía pasa el 85% de su tiempo hablando con la gente, parece claro que los policía deberían recibir un entrenamiento apropiado en técnicas de entrevista policial. El entrenamiento debería poner énfasis en el abordaje de personas con algún problema mental o discapacidad intelectual.
Por otro lado, el sistema judicial debería tener más cuidado con la forma en que se obtienen determinadas confesiones de los sospechosos que se encuentran en custodia. El interrogatorio debería centrarse en obtener la verdad más que en asegurarse de conseguir una confesión. Cuando pregunta a un sospechoso potencial, el investigador debería asumir el papel de persona “no interesada” más que un papel de adversario. La investigación ha mostrado que la mayoría de las tácticas empleadas para persuadir a un posible sospechoso para que proporcione información no tienen ninguna utilidad y no sirven para modificar la respuesta inicial dada a la policía.
Relacionado con todo esto se encuentra la duración del proceso de interrogación que también parece tener su impacto en la posibilidad de una confesión falsa. Cuanto más largo es el interrogatorio mayor es la probabilidad de una confesión sin validez.
Para eliminar el sesgo y asegurar la fiabilidad y autenticidad de las confesiones, resulta imperativo que las confesiones se corroboren con las evidencias. En muchos juicios, ha sido únicamente la confesión la prueba aportada para condenar a alguien; y eso, teniendo en cuenta que, en numerosos casos, no existía evidencia material que asociara el delito a la persona que confesaba. En Escocia, por ejemplo, no se puede condenar a alguien únicamente sobre la base de una confesión.

Conclusiones del artículo. “The Psychology of False Confessions”. The Journal of Credibility Assessment and Witness Psychology, 1999.