El entrenamiento en entornos realistas (EER) puede ofrecer situaciones pragmáticas y prácticas en el enfoque de eventos que el agente experimentará en las calles. Si los escenarios son realistas y, al mismo tiempo, excitan el sistema nervioso autónomo, el policía comienza a desarrollar un lazo entre las situaciones y las circunstancias que representan una amenaza potencial y la conciencia subcortical del sistema límbico, que es el encargado de regular el mecanismo de defensa de ataque-huida. A los agentes novatos se les suele asignar un policía más veterano que puede reforzar esas respuestas biopsicológicas aprendidas en la academia, pidiendo a los jóvenes agentes que verbalicen sus sentimientos tras un incidente cargado de tensión. Los nuevos agentes tienen que hacer constantes chequeos del entorno. Tienen que realizar también continuos "chequeos de realidad" sobre sí mismos y hablarse de la siguiente manera: "Mira alrededor y toma nota". Deben preguntarse constantemente, "¿Qué veo? ¿Qué oigo? ¿Qué huelo? ¿Que siento?".
El entrenamiento durante el servicio también debería incluir escenarios en los que el agente recuerde tantos detalles como sea posible, además de los pensamientos y sentimientos ocurridos mientras se desarrolla el incidente. Estos sentimientos y pensamientos pueden, posteriormente, elicitar importantes detalles del incidente que son necesarios para elaborar el informe o para hacer de testigo en un juicio.
Durante el EER en la academia y en el trabajo tienen lugar una serie de procesos importantes. El EER, altamente excitante, prepara al agente para que reconozca el tipo de reacciones fisiológicas que puede esperar que ocurran durante la realización de actividades de estrés elevado. Este entrenamiento también conecta los canales neurales con el cerebro para reaccionar frente a diversos estímulos amenazantes presentes en el entorno. Acostumbrándose a asociar estos sentimientos con sus disparadores y, posteriormente, verbalizar estos sentimientos durante el entrenamiento en la academia y en la calle, el policía se vuelve más capaz de reconocer las señales del entorno que le impulsan a actuar.
El entrenamiento durante el servicio también debería incluir escenarios en los que el agente recuerde tantos detalles como sea posible, además de los pensamientos y sentimientos ocurridos mientras se desarrolla el incidente. Estos sentimientos y pensamientos pueden, posteriormente, elicitar importantes detalles del incidente que son necesarios para elaborar el informe o para hacer de testigo en un juicio.
Durante el EER en la academia y en el trabajo tienen lugar una serie de procesos importantes. El EER, altamente excitante, prepara al agente para que reconozca el tipo de reacciones fisiológicas que puede esperar que ocurran durante la realización de actividades de estrés elevado. Este entrenamiento también conecta los canales neurales con el cerebro para reaccionar frente a diversos estímulos amenazantes presentes en el entorno. Acostumbrándose a asociar estos sentimientos con sus disparadores y, posteriormente, verbalizar estos sentimientos durante el entrenamiento en la academia y en la calle, el policía se vuelve más capaz de reconocer las señales del entorno que le impulsan a actuar.
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