domingo, 25 de mayo de 2014

"TODAVÍA NO SÉ POR QUÉ NO DISPARÉ". ENTREVISTA EN EL DIARIO DE ÁVILA


En la línea de fuego’ es un libro escrito por Ernesto Pérez Vera y Fernando Pérez Pacho. El primero es un Policía Local de La Línea de la Concepción e instructor de tiro. Retirado del servicio activo, precisamente por una situación de las que se describen en el libro. El es, precisamente, también uno de los protagonistas de esta historia. Fernando Pérez Pacho es psicólogo clínico que ha trabajado durante más de 30 años formando a miembros de los cuerpos se seguridad y personal de intervención en situaciones de crisis y emergencia, jefe del Servicio de Salud Mental de Menorca. Los dos autores estuvieron el pasado miércoles en la Escuela Nacional de Policía presentando su libro. En la siguiente entrevista los autores hablan de su obra.
¿Cómo surgió la idea de escribir un libro juntos?
-Ernesto. Fernando y yo nos conocimos leyéndonos mutuamente. Fernando administra un blog sobre psicología policial y escribe cosas que eran de interés para mí como policía e instructor de tiro y apasionado de la policía. Leía lo que escribía y se ve que él leyó también algún artículo mío. En un viaje que realizó a Cádiz para dar un curso a los controladores aéreos sobre estrés me propuso escribir este trabajo cuyo resultado final es este libro que nos ha comprado los derechos el grupo Anaya a través de la editorial Tecnos.
¿Cuánto tiempo les ha llevado la realización de este trabajo?
Fernando. Han sido dos años de recopilación de información, entrevistas con policías y de buscar el tono de lo que queríamos decir. Una cosa es tener la idea general y otra cosa es plasmarla en algo concreto. El desarrollo de lo que queríamos hacer en cada capítulo es lo que nos ha llevado más tiempo.
¿Cuántos entrevistados aparecen en el libro y cuantas historias cuentan?
E. Son 27 entrevistados y 22 historias. Hay capítulos en las que se han entrevistado a varios actuantes. Hay un caso en el que entrevistamos a tres actuantes, tres policías que se enfrentan al mismo agresor. Cada uno nos cuenta lo que vio y lo que sintió, estando los tres a dos metros de un individuo que esgrimía un arma blanca contra ellos. Uno cuenta una cosa. Otro lo vio desde otro punto de vista y hubo uno que fue el que sacó su arma de fuego y disparó. Fue quien vio la citación más contundente. Ese capítulo se llama ‘Todavía no sé porque no disparé’. Había uno que nos comentó que todavía hoy no entendía la situación porque él fue el primero en llegar, el primero en sacar la pistola, el primero en empuñar, en encañonar al  agresor, en decirle que soltara el cuchillo. Pero, ¿porqué el último que llegó fue el que disparó? Otro nos contó que sacó la pistola porque vio a su compañero sacar el arma, pero que todavía no había visto el cuchillo del otro, pero como vio a su compañero con una pistola en la mano, él  lo imitó. Cuando vio que su compañero la guardó, también lo imitó, pero cuando vio que la volvió a sacar, él otra vez volvió a sacarla por imitación.
¿Qué conclusiones han  sacado después de estos dos años de trabajo que han culminado en este libro?
E. Para empezar, creo que la mayoría de los policías no estamos preparados técnicamente, tampoco psicológicamente para enfrentarnos a otra persona que quiera acabar con nuestras vidas. Incluso aquellos policías de unidades especiales que tienen un entrenamiento exquisito también pueden verse afectados por la metamorfosis fisiológica que sufre el ser humano que ve ante sí a  una persona que quiere quitarte la vida. Tenemos contrastados varios casos en el libro de policías extremadamente entrenados que respondieron o mal o tarde. Pero eso no quiere decir que haya que echarles la culpa a ellos de nada. Una cosa que me ha quedado clara es que la psicofisiología se impone incluso al mejor de los adiestramientos. La reacción sorpresiva puede llegar a bloquear incluso al mejor preparado. En este libro hay casos muy concretos.
F. La evolución no nos ha hecho valientes. Es bueno ser cobarde para poder sobrevivir. Al fin y al cabo el policía cuando está en un enfrentamiento armado básicamente corre peligro su vida y lo que le dice la biología es «sal corriendo». Pero de alguna manera ese estrés lo tiene que sobrellevar y aprender a tener una respuesta eficaz y eso es lo que hemos aprendido. Quizás ese tránsito entre el miedo, el estrés y la respuesta eficaz dista mucho de producirse en muchos casos y muy probablemente esto venga producido por el hecho en que quizás el policía, en general, no esté lo suficientemente bien preparado para afrontar estas situaciones en las que su vida puede correr peligro; es decir, luchar contra su biología que le dice, «sal corriendo y evita el peligro».
¿Qué tipo de situaciones límite le ha tocado vivir a los protagonistas del libro?
-E. A mí me impactó uno de los capítulos, el número 17 en concreto. Un funcionario de policía con varios años de servicio. Una persona joven a la que se le supone un entrenamiento por encima de un policía que ya es más veterano y mayor. A las diez de la mañana este compañero entró en una vivienda en la que parecía que se escondía una persona que esta buscada por malos tratos y que podría estar infligiendo malos tratos a su propia madre. Cuando los policías entraron se encontraron con un pasillo de tres metros de longitud en el que aparecía el individuo al que pretendían buscar y con el que se querían entrevistar, pues no estaba todavía claro que fueran a detenerlo. Este individuo apareció esgrimiendo un cuchillo en cada una de sus manos. El policía confesó que cuando lo vio acercarse a él se dijo, «esto no va conmigo. Se parará. Sabe que lleva una pistola… No llegará». Pero llegó. El policía no reaccionó, no sacó la pistola. Por instinto agarró con sus manos las hojas de los dos cuchillos de cocina, que tenían de más de veinte centímetros de hoja. Por suerte, y por precaución se había puesto los guantes anticorte que solemos llevar los policías prendidos de nuestro cinturón. Evitó lesiones graves en las palmas de las manos, aun así se llevó heridas muy graves en sus extremidades superiores. No es el único caso que tenemos de policías agredidos y lesionados gravemente con arma blanca. Pero este me impactó sobremanera. Yo también me he enfrentado a personas armadas con arma blanca, pero siempre a una persona armada con un cuchillo. Este llevaba dos. Esto creo que incluso al más preparado le va a provocar un shock.
¿Cuáles fueron las reacciones de los agentes ante estas situaciones límites que les tocó vivir?
F. Hay algunas que se repiten. La más frecuente es la de sorpresa. Cuando te pasa te lo encuentras de golpe, de repente. Piensas lo que han pensado muchos policías: «Esto no me puede estar pasando a mí». Lo ven como una situación irreal. Incluso a veces son muy rápidos este tipo de enfrentamientos. Las reacciones psicofisiológicas más frecuentes suelen ser las de congelación, quedarte parado durante unos minutos o durante toda la acción. Muchos durante unos minutos quedan pensando qué van a hacer a continuación por la sorpresa que les causa. También suele aparecer la llamada  visión de túnel; es decir,  solamente centras tu atención en el peligro que tienes delante y olvidas lo que ocurre a tu alrededor. A veces ocurren cosas que luego después el policía no recuerda. Otra de las experiencias más frecuente es también percibir que las cosas ocurren como a cámara lenta, más despacio de lo normal, cuando en realidad están ocurriendo a una velocidad normal. Posteriormente después del enfrentamiento armado muchos de ellos no se han sentido en absoluto apoyados ni por sus compañeros ni por sus mandos. Probablemente  ninguno de ellos habría estado en un enfrentamiento armado. Sin embargo, se han permitido cuestionarle, hacer bromas a su costa, reirse de ellos porque no han acertado al atacante, o han dudado, etc. Toda esta situación lo que hace es aumentar todavía más el malestar que luego experimenta esta persona.
¿Estas personas que han sufrido estos enfrentamientos con el tiempo han conseguido recuperarse?
F. La mayoría con el tiempo consiguen recuperarse. Pero la velocidad de recuperación ha variado conforme al apoyo que hayan tenido de compañeros y superiores.
A la vista de la experiencia, ¿creen que la formación que reciben los miembros de los cuerpos de seguridad es suficiente para enfrentarse a este tipo de situaciones?
E. No. Contundentemente no. En unos cuerpos es mejor que en otros. Pero en cualquier caso, en el mejor de ellos es escasa, poco real, poco práctica. Realizan una formación que no se acerca a la realidad de los enfrentamientos armados. Necesitaría olvidar muchos prejuicios. En las academias de policías de todos los cuerpos se nos inculca demasiadas veces que nunca hay que llevar cartuchos en la recámara, cuando se ha demostrado y en el libro se puede ver que aquellos que llevaban cartuchos en la recámara, el arma presta para el disparo inmediato, súbito, supieron responder antes y mejor al enfrentamiento. Otros no, porque llevaban el cartucho en la recámara, pero no estaban entrenados para llevarlo. El llevarlo ahorra tiempo de respuesta. Habría que abandonar muchos tabúes y alejarse de las leyendas urbanas. Sacar el arma no es un delito, siempre que lo saques justificadamente.
¿Están expuestos a este tipo de situaciones algún tipo determinado de agentes?
E. Todos los policías están expuestos, no solo el patrullero. Recuerdo el caso, que no está en el libro, de un compañero, un policía local que notificaba infracciones, multas, citaciones. En una situación de estas se encontró con un delincuente y se lo cargaron. Ese hombre no llevaba ni pistola, porque como era el citador… Todo el mundo está expuesto. Tenemos casos de policías fuera de servicio en el libro. Un policía que acaba de ingresar en el cuerpo y se va a incorporar a la plantilla, por lo que se fue a celebrarlo con los compañeros. Se encuentra con una riña entre un policía veterano y un delincuente. Este compañero no sabe que es un delincuente. Ve que se está peleando con el compañero. Se identifica y le meten un tiro.
F. Lo que está claro que los malos no siguen el guión en esto de la respuesta y el entrenamiento,. Tu puedes entrenar lo que tu quieras en el campo de tiro, pero los malos no van a estar ahí para actuar conforme a lo que tu has entrenado. Son imprevisibles, son repentinos, están en movimiento, te disparan a ti. En un campo de tiro todas esas situaciones no las reproduces. Creo que como se está haciendo en otros cuerpos y en otros sitios, hay que acondicionar los entrenamientos a contextos realistas. El entrenamiento debería ser algo progresivo y continuado. Existen muchas técnicas psicológicas de visualización que tratan de reproducir mentalmente situaciones que te puedes encontrar en la vida real. De hecho, las empleamos en psicología desde hace décadas para curar determinados problemas. Las técnicas de visualización se están utilizando con el ejército norteamericano porque se dan cuenta de que los soldados tienen verdaderos problemas cuando entran en combate. Se encuentran luego con graves problemas posteriores. Por otra parte, hay que enseñar al policía a tener miedo. El miedo es bueno, no es malo. El problema no es tener miedo, es que te quedes paralizado. Tener miedo es lo normal. Creo que la cultura policial todavía hoy tiene estigmatizada el miedo. Si tienes miedo eres un cobarde. Hay que tener un par de huevos... Un par de huevos no funciona hoy en día cuando estás en la calle. Tienes que tener entrenamiento, preparación y mentalización y eso se consigue a base de un entrenamiento específico, constante y adecuado. Al fin y al cabo hablamos de la vida de la gente, no hablamos de ninguna tontería.
¿Se pueden educar este tipo de  reacciones?
-F. No todas, porque hay mil circunstancias que pueden incidir. Pero por ejemplo, cuando un policía está muy nervioso, lo primero que pierde es el movimiento fino, el movimiento de los dedos para apretar el gatillo. Porque básicamente lo que hace nuestro cuerpo es prepararnos para correr y para golpear. Si no se educa a un policía a manejar un arma en situaciones de estrés  no podrá enfrentarse en este tipo de situaciones, incluso para cambiar un cargador o quitar el seguro, son segundos que te pueden costar la vida y el miedo puede bloquear e impedir que el agente lo haga con la rapidez necesaria.

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