Leymann (1996) define este fenómeno como “una comunicación hostil y sin ética, que es dirigida de modo sistemático por uno (o varios) individuos contra otro, que debido a esta situación le coloca en una posición de indefensión y desvalimiento, y es activamente mantenido en ella. Este hecho suele ocurrir de una forma muy frecuente (al menos una vez a la semana) y durante un cierto tiempo (al menos seis meses de duración)”. A lo largo de una serie de fases el acoso laboral iría incrementándose, finalizando cuando la víctima abandona la empresa o comienza a manifestar sintomatología psicológica o psiquiátrica, algo que suele acabar en largos periodos de baja por enfermedad. ¿Cuáles serían esas fases por las que atraviesa el trabajador o trabajadora acosado/a?
En la primera fase (conflicto), se producen conflictos laborales que no se resuelven y se transforman en crónicos. La segunda fase (estigmatización) se caracteriza por comportamientos agresivos con la manifestación de ataques psicológicos que ponen en marcha una dinámica de acoso. No es una disputa personal de carácter puntual, sino que la fase de mobbing propiamente dicha comienza con la adopción, por una de las partes del conflicto, de las distintas modalidades de comportamiento acosador (limitación de la comunicación, del contacto social, desprestigio ante los compañeros, desacreditación del prestigio profesional y logros, comprometer su salud). La tercera fase (intervención desde la organización) se produce cuando, dada la magnitud del problema, se adopta una serie de medidas dirigidas a paliar y resolver los acontecimientos. La cuarta y última fase (exclusión) se caracteriza porque el trabajador compatibiliza su trabajo con largas temporadas de baja por causas psicológicas, pudiendo llegar finalmente a abandonar la organización.
También interesa conocer cuáles son los síntomas clínicos del mobbing. Para ello, seguiremos la clasificación que hace González de Rivera (2003). En la fase de autoafirmación la persona experimenta inquietud, ansiedad, agresividad moderada y puede que alteraciones del sueño. Cuando se desplaza a la fase de desconcierto, el sujeto duda sobre su propia versión de los hechos, experimenta menor autoconfianza y empeoran los síntomas de la primera fase. En la tercera fase, la de depresión, el sujeto pierde eficacia, autoestima y motivación. Se autoculpa de la situación y se inicia el aislamiento y la evitación.
La cuarta fase es la traumática, caracterizándose por un mayor estrés y ansiedad, pensamientos obsesivos recurrentes y conflictos familiares.
La última fase se denomina de estabilización crónica: incremento de las bajas laborales, focalización del pensamiento, temor al lugar en donde se desarrolló el acoso, sensación de “estar ido” (dificultades en la memoria y la concentración).
En los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no es infrecuente encontrar este tipo de acoso. En mi experiencia personal me he encontrado más casos en aquellos cuerpos más militarizados y jerarquizados. Tras muchas bajas psicológicas nos encontramos situaciones de acoso que la víctima tiene que afrontar retirándose para evitar daños psicológicos mayores.
En la primera fase (conflicto), se producen conflictos laborales que no se resuelven y se transforman en crónicos. La segunda fase (estigmatización) se caracteriza por comportamientos agresivos con la manifestación de ataques psicológicos que ponen en marcha una dinámica de acoso. No es una disputa personal de carácter puntual, sino que la fase de mobbing propiamente dicha comienza con la adopción, por una de las partes del conflicto, de las distintas modalidades de comportamiento acosador (limitación de la comunicación, del contacto social, desprestigio ante los compañeros, desacreditación del prestigio profesional y logros, comprometer su salud). La tercera fase (intervención desde la organización) se produce cuando, dada la magnitud del problema, se adopta una serie de medidas dirigidas a paliar y resolver los acontecimientos. La cuarta y última fase (exclusión) se caracteriza porque el trabajador compatibiliza su trabajo con largas temporadas de baja por causas psicológicas, pudiendo llegar finalmente a abandonar la organización.
También interesa conocer cuáles son los síntomas clínicos del mobbing. Para ello, seguiremos la clasificación que hace González de Rivera (2003). En la fase de autoafirmación la persona experimenta inquietud, ansiedad, agresividad moderada y puede que alteraciones del sueño. Cuando se desplaza a la fase de desconcierto, el sujeto duda sobre su propia versión de los hechos, experimenta menor autoconfianza y empeoran los síntomas de la primera fase. En la tercera fase, la de depresión, el sujeto pierde eficacia, autoestima y motivación. Se autoculpa de la situación y se inicia el aislamiento y la evitación.
La cuarta fase es la traumática, caracterizándose por un mayor estrés y ansiedad, pensamientos obsesivos recurrentes y conflictos familiares.
La última fase se denomina de estabilización crónica: incremento de las bajas laborales, focalización del pensamiento, temor al lugar en donde se desarrolló el acoso, sensación de “estar ido” (dificultades en la memoria y la concentración).
En los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no es infrecuente encontrar este tipo de acoso. En mi experiencia personal me he encontrado más casos en aquellos cuerpos más militarizados y jerarquizados. Tras muchas bajas psicológicas nos encontramos situaciones de acoso que la víctima tiene que afrontar retirándose para evitar daños psicológicos mayores.
1 comentario:
Excelente artículo lo viví en carne propia...
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