En una formación impartida recientemente a un
colectivo de mandos de la policía local y del cuerpo de bomberos sobre
habilidades de liderazgo, se debatieron varios temas de interés. Sin embargo,
uno de ellos captó una atención generalizada especial. Quien más quien menos
recordó sus primeros pasos como mando y las dificultades que conllevaba el
cambio de rol: de un día para otro, quienes te trataban como su compañero/a
debían dirigirse a ti como su superior/ra.
Acostumbrarse a este cambio no suele ser un
proceso libre de inconvenientes. El nuevo mando intenta, con toda su buena
intención, mantener la relación que tenía con sus compañeros, hasta que
descubre con pesar que eso no es siempre posible. Hay subordinados que saben
que el cambio de estatus de su ex compañero de patrulla conlleva un nuevo rol
que puede entrar en colisión con el tipo de relación que llevaban antes, con lo
que optan por ajustarse al nuevo estatus no poniéndoselo más difícil aún a su
nuevo jefe. Estos son los subordinados que “saben estar”, que comprenden los
cambios y se adaptan para favorecer el funcionamiento del trabajo diario.
Otros, por el contrario, no dudarán en echar
en cara a su nuevo mando el cómo ha cambiado como consecuencia de la asunción
de nuevas responsabilidades. Tal vez esperan un trato especial que no se produce.
Este grupo es el que suele decantar al nuevo mando a actuar como jefe y no como
compañero, habida cuenta de la dificultad que supone combinar ambos estilos.
Pero tras esta decisión, viene la parte más
difícil, que es “y ahora, ¿cómo lo hago?”. El nuevo mando se da cuenta
enseguida de que le faltan las habilidades necesarias para poder avanzar en su
nuevo estatus de líder. Las habilidades de mando no suelen formar parte de la
preparación de policías o bomberos, y la mayoría han aprendido de la
experiencia o imitando comportamientos de otros mandos.
Los asistentes al curso hicieron una profunda
reflexión al respecto y pusieron sobre la mesa una serie de recomendaciones y
sobre las habilidades y recursos de los que les hubiera gustado disponer al
acceder a su nuevo rol como mandos. Tal vez esta reflexión sirva de orientación
para quienes tienen la facultad de preparar a los nuevos mandos de la policía y
bomberos.
En concreto, estos policías y bomberos
comentaron que les hubiera ayudado en el desempeño de sus recientemente
adquiridas responsabilidades:
· Disponer de un periodo de
adaptación al nuevo rol.
· Recibir formación sobre
habilidades de mando: estrategias de liderazgo, motivación y automotivación,
resolución de conflictos, etc.
· Contar con el respaldo de otros
mandos y de los responsables políticos.
· Que los objetivos y las
funciones del nuevo rol se encuentren bien delimitadas, así como las de los
subordinados.
· Aprender estrategias de autocontrol
para relativizar y no personalizar los inconvenientes y problemas que se
presenten en el ejercicio del mando.
· Elaboración de un protocolo de
acogida que facilite la adaptación al nuevo rol.
1 comentario:
Como viene siendo costumbre, muy buen aporte por parte de Fernando, el autor de este sobresaliente foro sobre psicología policial. Es una realidad, como bien señala, el conflicto de roles que suele sufrir el mando recién "estrenado".
Tan sólo me permitiría ampliar su post indicando que este tipo de estresores, los conflictos del rol en el entorno policial, suele ser típico de los mandos intermedios, que con frecuencia tienen dos grupos de referencia: por un lado, los mandos superiores, con funciones claramente directivas; por otro, los subordinados, que desempeñan labores operativas. A veces no resulta fácil contentar a todos; obedecer a los primeros y ejercer un liderazgo natural y eficaz sobre los segundos; explicar y transmitir las órdenes de los jefes y justificar y defender ante éstos ciertas actuaciones o actitudes de los subordinados; ganarse, en definitiva, el prestigio y el respeto de los de arriba y de los de abajo.
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